La cueva de El Castillo supone mi formación como profesional de la Arqueología

"La cueva de El Castillo supone mi formación como profesional de la Arqueología"

José Manuel Maíllo Fernández, arqueólogo y profesor de la UNED, estuvo en Cantabria en julio y afirmó que “la cueva de El Castillo supone mi formación como profesional de la Arqueología”

Del 15 al 17 de julio de 2019 se impartió en el IES Zapatón de Torrelavega (Cantabria) el curso titulado “Arqueología de Cantabria: de la Prehistoria a la época industrial”, dirigido por José Manuel Maíllo Fernández, Profesor Contratado Doctor de Prehistoria y Arqueología de la UNED y Vicedecano de Investigación y Relaciones Internacionales de Facultad de Geografía e Historia de dicha universidad; y codirigido por Carolina Cortés Bárcena, Profesora Ayudante Doctor en la Universidad de Cantabria y Profesora Tutora del Centro Asociado a la UNED en Cantabria.

Este fue uno de los tres Cursos de Verano de la UNED en Cantabria (dos en Torrelavega y otro en Colindres) que se ofrecieron en la última edición, tanto en modalidad presencial como online, a través de Internet, en directo y en diferido

Por tanto, el Curso de Verano de UNED Cantabria en Torrelavega dedicado a la “Arqueología de Cantabria: de la Prehistoria a la época industrial” contó, entre sus ponentes, con José Manuel Maíllo, Arqueólogo y Profesor de la UNED. El lunes 15 de julio de este año inauguró el monográfico con su ponencia que versó sobre “La Prehistoria Antigua en Cantabria”. Intervino, además, hacia el mediodía del miércoles 17 de julio en la Mesa redonda “La Arqueología en Cantabria: pasado, presente y futuro” junto a Eduardo Palacio y Pedro Sarabia.

En la información extraída de la página Web de la UNED  se resume que “José Manuel Maíllo Fernández,es licenciado en Geografía e Historia (especialidad de Prehistoria) por la Universidad Complutense de Madrid desde 1996. Doctor en Prehistoria por la UNED en 2003. Sus principales líneas de investigación son la Transición entre el Paleolítico Medio y el Superior en la región cantábrica y el Middle Stone Age en el Este de África. Realizó intervenciones arqueológicas en Cueva Morín y es miembro del equipo de investigación de la cueva de El Castillo desde 1998. Entre 2010 y 2012 fue miembro del proyecto “Desert Migrations” de la Universidad de Cambridge realizando trabajo de campo en la región de Fezzán (SO de Libia) y de 2012 a 2015 del Proyecto “In-Africa” de la Universidad de Cambridge, realizando trabajos de campo en los lagos Nakuru y Turkana, Kenia. Actualmente dirige un proyecto para el estudio del MSA en la Garganta de Olduvai (Tanzania).

Ha realizado estancias en la Maison de la Archéologie et de l’Ethnologie de la Universidad de Paris X (1998) y en el Department of Archaeology (2008) y el Leverhulme Centre of Human Evolutionary Studies de la Universidad de Cambridge (2010), Museo de Arqueología de Cantabria (1999 y 2002), Musée National de Préhistoire de Francia (2001), Museu Nacional de Arqueologia de Portugal (1998) y Department of Archaeology and Heritage Studies de la Universidad de Dar es Salaam (2016). Fue primer premio extraordinario de doctorado en 2003. Fue becario del Instituto Camoes de Portugal en 1998. Ha obtenido los Premios “Jóvenes Investigadores del Banco de Santander en 2008”, “Jóvenes Profesores del Banco de Santander en 2010” y beneficiario del Programa José Castillejo para la movilidad de jóvenes investigadores del Ministerio de educación (2010) y Salvador Madariaga para profesores senior (2016). Dentro de la UNED ha sido el Secretario adjunto de la Facultad de Geografía e Historia en el periodo comprendido entre 2007 y 2010. Actualmente es Vicedecano de Investigación y Relaciones Internacionales de dicha Facultad”.

A su paso por Torrelavega, Maíllo (como le conocemos, más familiarmente) me dedicó unos minutos para conocer, con más detalle, algunos aspectos curiosos sobre su trabajo.

 

José Manuel, en tu curriculum vemos que te licenciaste en Geografía e Historia (especialidad de Prehistoria) por la Universidad Complutense de Madrid en 1996, cuéntanos cómo decidiste realizar el doctorado en Prehistoria por la UNED.

Realmente fue una acción inesperada. Un par de años antes yo empecé, como estudiante, a colaborar en el laboratorio de Prehistoria de la UNED que llevaba nuestra añorada Victoria Cabrera. Básicamente, como en otros laboratorios estudiábamos materiales arqueológicos, aquí, de la cueva de El Castillo de Puente Viesgo. Fue ella la que me invitó a solicitar una beca postdoctoral con ella, la obtuve y de ahí viene mi vinculación con la UNED hasta hoy día.

 

Mencionar a “Maíllo” es relacionarlo directamente con las Cuevas de El Castillo en Puente Viesgo pero también de otras muchas excavaciones en las que ha trabajado, como hemos leído en los párrafos anteriores, algunas de las junto a la desaparecida profesora de la UNED Victoria Cabrera, y en las que ha ido atesorando momentos irrepetibles… ¿cuál es el que recuerdas como el más entrañable de tu trayectoria, hasta el momento?

He de reconocer que, aunque no soy nada mitómano, he tenido la oportunidad de excavar en yacimientos paradigmáticos del Paleolítico peninsular como Ambrona en Soria o La Carihuela en Granada en mi etapa de estudiante. Sobre todos ellos, el yacimiento capital ha sido la cueva de El Castillo en Puente Viesgo, tanto por la importancia del yacimiento como por la calidad y profesionalidad del equipo capitaneado por Victoria Cabrera y, tras su fallecimiento, por Federico Bernaldo de Quirós. La cueva de El Castillo supone mi formación como profesional de la Arqueología.

También ha sido una parada capital mi paso por el equipo de la dra. Mirazón-Lahr de la Universidad de Cambridge, donde tuve la oportunidad de trabajar en un lugar tan paradigmático para el Paleolítico mundial como el Lago Turkana en Kenia. Ahora mismo, estoy dirigiendo un proyecto en otro de estos hitos de la prehistoria mundial como es la Garganta de Olduvai, conocida como la Cuna de la Humanidad, aunque nuestros intereses se circunscriban al origen de Homo sapiens.

 

Es este un trabajo en equipo, capa a capa, se van desvelando a lo largo de días de campaña información para tesis, libros, artículos…, se va conociendo un poco mejor al resto de personas con las que compartes muchas horas; por eso, aunque no se encuentre nada significativo en sí, ¿podría decirse que siempre es productiva la jornada?

Eso quiero pensar. Desde un punto de vista profesional, una jornada de trabajo o incluso una campaña, aunque no se obtengan datos de esos que salen tanto en prensa como “hay que cambiar los libros de historia”, siempre aportan un grano de arena, de mayor o menor tamaño, al conocimiento del “problema” histórico en el que se trabaja. En cuanto a la faceta personal, siempre formo equipos competentes profesionalmente, pero compatibles en lo personal. Pasamos muchas horas, por ejemplo, en Tanzania, en condiciones muy duras de trabajo y para mí es imprescindible nos solo llevarte bien, sino que algunos o todos sean realmente amigos para poder cuidarnos anímica y emocionalmente.

 

José Manuel, mientras preparabas el material que ibas a utilizar en su ponencia del Curso de Verano, en las fotografías de las redes sociales en excavaciones, etc., siempre se percibe un cuidado exquisito al coger las piezas sobre las que hablas, como delicados tesoros, ¿has encontrado alguna que, para ti, sería la favorita, no tanto por su valor sino por asociarlo con algo en concreto?

Pues no soy mucho de tener una pieza favorita en plan Mufasa enseñando a su hijo a los habitantes de la sabana en el Rey León, pero podríamos decir que al canto punteado del Musteriense de El Castillo expuesto en el MUPAC le guardo un gran cariño, pero también a piezas de cueva Morín que estudié para mi tesis de las excavaciones del profesor González Echegaray.

 

Tal vez influidos por películas, libros y documentales, tenemos la idea preconcebida del arqueólogo como investigador infatigable, corriendo riesgos en busca de pistas que nos lleven a descubrir algo único, importante “para la Humanidad” pero, mitos aparte, por tu experiencia, definirías tu labor como arqueólogo como…

“Sangre, sudor y lágrimas” o algo parecido. Las arqueólogas y arqueólogos realizamos una labor sorda, dura y en demasiadas ocasiones poco reconfortante. El trabajo de campo es quizás la parte más romántica y envidiada. Sin embargo, es solo una parte del trabajo, en la mayoría de los casos, la que menos peso tiene en la investigación. Necesitamos muchos meses o años para analizar los materiales arqueológicos recuperados y tener las analíticas que nos ayudan a entender el comportamiento de nuestros antepasados y otros meses más en escribir y difundir a la comunidad científica y a la ciudadanía nuestros resultados.

No voy a entrar en los sinsudores del propio trabajo de campo, de la administración, de la burocracia para justificar los gastos, etc., porque no es el momento de aburrir.

 

En ese encuentro con pedazos de historia del ser humano, ¿cómo describirías la sensación que te produce descubrir algo que consideras que puede tener un valor histórico?  

No tengo constancia de haber hecho un hallazgo de ese calibre, en el sentido de que una pieza tenga más valor que otra. En el periodo que suelo estudiar, el Paleolítico, se ven los hallazgos en conjunto y creo que eso provoca que yo y otros muchos y muchas colegas no tengamos la sensación de esa “pieza clave”. Yo me pongo muy contento cuando empiezan a aparecer piezas líticas de tal o cual método o fauna con marcas de manipulación antrópica, pero es por la sensación de que todo el proceso de excavación marcha. Esto nos ha pasado en Olduvai, en Tanzania, donde excavamos yacimientos descubiertos por nosotros y cuando abres una cata no sabes muy bien qué te vas a encontrar o si los datos previos que te llevan a excavar ahí han sido correctamente interpretados o estamos perdiendo el tiempo y el dinero público (por suerte, por ahora, todo ha ido por la buena senda).

 

En tu opinión, ¿consideras que en España hay suficiente reconocimiento al trabajo que realizan los arqueólogos?

Considero que sí. Queda mucho por hacer, por parte de los arqueólogos, para tener canales accesibles y efectivos para transmitir nuestro trabajo y la importancia del Patrimonio Histórico. Aún se confunden paleontología con Arqueología y los ya afamados dinosaurios o que buscamos “tesoros”. Sin embargo, en la educación primaria y secundaria se está haciendo mucho esfuerzo con muchos profesionales que vamos a los centros educativos a enseñar nuestro trabajo a los escolares y a intentar que se entienda la importancia del Patrimonio para nuestra sociedad y, desde luego, los medios de comunicación acogen de manera sistemática los resultados de muchas investigaciones arqueológicas.

 

Por último, José Manuel, la entrevista estaría incompleta sin una anécdota que contar…

Ufff, hay demasiadas. Pero, por ejemplo, el año pasado estábamos en el mercado masai de Olduvai (un mercado local de carácter semanal para las familias que viven dispersas en esa región del este del Serengueti) y se me acerca un masai y me dice si soy turista (que escasean en este mercado alejado de los circuitos turísticos), le digo que no, que somos arqueólogos que venimos de España. Se para, me mira y me dice: “¿arqueólogo? ¿Español? ¿Conoces a Eudald Carbonell (codirector de Atapuerca)? Como puedes imaginar mi cara de estupor fue de libro. Resulta que Eudald había venido a hacer un estudio y, de hecho, algunos habían viajado a España con él. Esta anécdota fue muy comentada en el campamento.

 

En definitiva, un buen punto final el de esta anécdota para la sellar el encuentro con Maíllo, ¡gracias, y hasta pronto!

 

 

Texto y fotografías: Sonia Sanz Sancho. Responsable del Área de Relaciones Institucionales, Comunicación y Actividades Extra-académicas. Coordinadora de Extensión Universitaria. Centro UNED Cantabria.

“La cueva de El Castillo supone mi formación como profesional de la Arqueología”